Podría decirte que el
invierno empezó cuando te fuiste, que el sol cayó bajó la muchedumbre o que la
lluvia nos empuja hacia ninguna parte
podría decirte y no
mentiría que fuimos la marca que dejan los coches en la carretera, esa que nace
de la ausencia y a pesar de todo existe como un mar interminable
podría decirte y no lo hago, que eres perfecta y que
hasta yo, ya ves, te quedo bien
Pero es que abrazarte
es mi forma de decirte: Suerte, allá donde vayas
porque verte feliz es
la suerte de quien te quiere bien, aunque no te vea
Hace unos años mi madre me enseñó a hacer la maleta
llenándola de muchas cosas; yo aprendí a hacérmela cuando me di cuenta de que
las maletas deben llevar sobre todo espacio para llenarlo de recuerdos y
compartirlos con la gente que te espera cuando regresas. Porque irte, siempre
será una forma de volver al mismo sitio. Porque volver es recordar. Porque el
mar siempre nos lleva a los mismo ríos y a la misma gente, aunque no sea eso lo
que cuenten los libros.
Cuentan que allí hace frío y que hay muy buenos músicos en
todas partes. Habrá días en los que te arrepientas y querrás volver aunque
canten Here comes the sun, otros en
los que estarás triste y nada te sirva aunque llover tenga su parte bonita, pero
seguro que habrá días que sencillamente no te hará falta pensar en nada porque
serás feliz y te sentirás enteramente viva.
Pero esto lo escribo porque sé que habrá días en los que
quiera abrazarte y no podré por esa putada que puede ser a veces la distancia y
el tiempo cuando se pone perro. Así que no dudes, no corras, el mundo es como
un tren que no se para y eso lo sabemos muy bien. Sé feliz y deja que esa llama
que mueve el mundo te abrace, yo estaré encendiéndola desde algún lugar si hace
falta.
Podría
decirte que has llenado de primavera todas las flores
que
el asfalto se vuelve hierbabuena
o
que mis manos se curan del tiempo si te tocan, segundo a segundo
pero
prefiero decirte: Gracias, existes y
contigo que venga lo que quiera